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Del teletrabajo al telestar

Del teletrabajo al telestar

El teletrabajo hasta hace poco remitía a una manera de trabajar fuera de la oficina, pero estando disponible, y funcionando con todas las herramientas que la tecnología permite para comunicarnos, coordinarnos, controlar…

Era algo que se iba implantando poco a poco, y a lo que se atrevían grandes empresas, gradualmente, probando y corrigiendo. Además, algunos departamentos eran más propicios que otros. Por ejemplo, el personal de atención telefónica u online al cliente, es muy factible de ser transformado en mano de obra remota.

Tengamos en cuenta que los crecientes costes inmobiliarios son un buen argumento para no ocupar un activo tan valioso como el suelo de la empresa. Miles de metros cuadrados han dejado de ser necesarios para que una compañía funcione, porque sencillamente el suelo lo pone el trabajador, es su propia casa.

Así, la empresa cambia el coste por metro cuadrado en coste tecnológico. Deja de invertir en compra o alquiler de inmuebles, y lo hace en plataformas que permitan mantener el mismo entorno de trabajo, en versión digital. Y retiene más valor para los accionistas, a la vez que redirige su vista a inversiones más productivas que el ladrillo de autoconsumo.

Cambia el concepto de reunión

Equipo de trabajo en una reunión tradicional

Antes, para un reunión en la empresa, había que convocar a varias personas, que se desplazaban a la sala indicada. Abandonaban su puesto, y se encontraban. Con el tiempo y la tecnología, se convocaba a la misma sala a compañeros localizados en cualquier otro punto del planeta, que aparecían en salas con dispositivos especiales para ello, todo un lujo de medios: la sala de videoconferencias.

Ahora, estemos donde estemos, ya sea en el mismo edificio corporativo, o en sedes de ciudades diferentes, estamos a un clic de conexión. Todo se ha vuelto natural, porque es fácil, instantáneo, y sobre todo, se está implantando a marchas forzadas.

Esa disponibilidad de las personas independientemente de donde se encuentren, ha cambiado también el panorama del acceso al talento por parte de las compañías, por un lado, y de las posibilidades de acceder a empleo por otro.

Las fronteras se han abierto, solo que no por la costa, atravesando ríos o puertos de montaña, las fronteras son digitales, igual que los puentes. El concepto de cercanía ya no es tan importante, un vendedor de servicios tecnológicos que se prestan online, no necesita estar cerca de la sede, sino presente cuando el cliente lo demande. A la hora de buscar trabajo ya no estoy en mi terreno, porque el área de juego ahora es mucho más amplia, si no global.

Estando estas tecnologías, y estas posibilidades, ¿por qué no se extendió mucho más rápidamente y de manera más generalizada esto del teletrabajo?

Reticencias derivadas de formas de gestión anticuadas, basadas en el control, y la rigidez de las relaciones, más que en el valor añadido aportado. Más en la medida del tiempo de trabajo, a cambio de un salario, que en la productividad.

También porque muchas veces el contacto directo se ve como una cualidad intrínseca al ser humano, gregario por naturaleza. O porque había que explicar a un cliente que si no le ibas a ver en persona, no era por falta de aprecio, sino porque el tiempo es un recurso muy escaso, y se le puede sacar más partido si dejan de haber tiempos perdidos por desplazamiento. Este ahorro de costes internos en mi empresa, por el hecho de evitar desplazamientos rutinarios, mejora mi competitividad, pues no solo incide en el aumento de márgenes para mi cuenta de resultados, sino que se traduce también en mejores precios para el cliente.

Estos días que estamos confinados por fuerza del Covid-19, se ha producido una especie de cambio de conciencia en cuanto a la forma de ver el teletrabajo.

De entrada, muchos han visto que en realidad se puede, y que no afecta negativamente a la empresa. Lo importante es acceder a la información cuando haga falta. Poder cumplir las tareas eficientemente, y que se logren los objetivos adjudicados al puesto, departamento, etc.

No solo se puede, sino que muchos nos hemos dado cuenta de que no necesitamos una oficina para ser una empresa. Que la tecnología y los servicios apoyados en ella han permitido que todo fluya y se gestione correctamente sin necesidad de coincidir en el mismo espacio físico. Ese espacio ha trascendido el local comercial, la oficina física, al espacio en red. Una red que no está limitada por paredes, sino por el número de conexiones, por la velocidad de transmisión, por la capacidad de almacenaje y la seguridad que se procure a todo ello.

Ese pensar “se puede”, o “no pasa nada”, incluso ha evolucionado a un “lo prefiero”. Costes de oportunidad de desplazamiento, vehículos y sus combustibles, medioambientales (y por tanto, también de salud y los aplicados a paliar las enfermedades), costes de conciliación familiar, hacen que el panorama haya cambiado positivamente muchos aspectos.

En nuestro caso particular, Clientonic ha desinvertido en servicios de marketing directo, producción de documentos transaccionales e imprenta comercial, para dedicarse exclusivamente a servicios de marketing que ya no preciaban de maquinaria de producción: branding, diseño web e inbound marketing. Y desde este momento, nuestra toma de conciencia en este nuevo paradigma, facilitado porque ya veníamos trabajando de forma mixta presencial y teletrabajo desde hace al menos cuatro años, nos ha hecho incorporar a nuestros valores corporativos el de la voluntad de no tener oficina en el sentido clásico.

El teletrabajo ya no es cosa de freelancers o autónomos

Nuestra oficina son las plataformas de gestión de proyectos, de almacenaje en la nube, de videoconferencia, de diseño… y por supuesto, de comunicación, en los que no solo está la telefonía (ya ni fija ni móvil, sino una sola), el correo electrónico, la mensajería instantánea (como Whatsapp en versión profesional), y por supuesto, la videoconferencia. Los contratos ya no se tienen que celebrar ante notario, al menos los que la ley no obligue. La fehaciencia y trazabilidad del quién, qué y cuándo se ha transmitido, apoyada en terceros de confianza o sistemas distribuidos como la blockchain, apoya la consolidación de toda esta ola que ya inunda sectores económicos que antes solo lo veían desde la barrera.

Una empresa no es la oficina

Al fin y al cabo, una empresa no es la oficina, sino una misión, visión y valores compartidos, y un funcionamiento bien coordinado y fluido, encaminado a dar el mejor de los servicios o productos, y evidentemente, siendo rentables.

Nuestra oficina es la red, una empresa se construye con una misma visión y una forma de trabajar.

Todo esto nos permite, de cara al cliente, estar disponible más ampliamente, porque incluso prevemos que las llamadas de solo voz comiencen más bien pronto que tarde a ser cosa del pasado, porque era la tecnología la que limitaba, y la que nos ha hecho pensar que lo natural era marcar y hablar. El 5G vendrá arrollando, y su potencia nos capacitará de tal manera a usar la videollamada, la videoconferencia, que si alguien no se deja ver mientras nos habla, será una especie de desaire. Ahí, la tecnología, en vez de deshumanizar como muchos vaticinan, nos humaniza. Porque va a favorecer la inclusión de la vista en las relaciones a distancia, sin nada de esfuerzo, me llamas y nos vemos, además de que nos hablamos. La comunicación será más completa, porque además de la inflexión de la voz, tendremos ante nosotros los gestos.

Incluir en las webs de nuestras empresas sistemas de llamada inmediata, será obligado. Será, quizá, la medida de discreción y protección de la identidad del trabajador la que module esa presencia casi total. Pero dejaremos de conformarnos con hablar.

La tecnología permite también pasar de un modo de funcionamiento asíncrono en uno más colaborativo. El hecho de estar trabajando en algo, hacer una videollamada, compartir el escritorio y que tu cliente, colega, proveedor, etc., pueda comentar contigo lo que le estás presentando, que se pueda modificar o corroborar, no solo cambia el ritmo o la agilidad a la entrega de servicios.

También cambia la naturaleza de las relaciones de prestación de servicios, pues cuando estamos ante unos planos (por ejemplo), comentándolos juntos, estamos en modo colaborativo, al mismo tiempo, y nos predispone a encajar unos con otros.

El hecho de cambiar de una forma de trabajo aislado, con cruces de comunicación secuencial (te envío un correo, lo respondes, y así sucesivamente), a esta forma de trabajar codo con codo, facilita la confianza necesaria entre las distintas partes que intervienen en un negocio, mejora el entendimiento, agiliza y mejora la calidad final entregada.

Va más allá que poner a disposición de tu equipo documentos compartidos en la nube, editables, revisables y trazables en sus cambios y aportaciones. Es como si en vez de ir a comer uno tras otro, y sentarnos a la barra, mirando al frente, pudiéramos irnos sentando en mesas redondas a conveniencia, sirviéndonos los platos y comentando lo que deseemos. El aislamiento físico dejará de verse como tal, porque la intercomunicación será tal, que aumentará la intensidad de las relaciones.

En el ámbito profesional, quizá dejemos de hablar de teletrabajo en breve, porque en realidad, tele estaremos, se podrá hablar del telestar. Un término más amplio que simplemente nombrar un modo de trabajar.

Habrá que aprender nuevos modos, y tener cosas en cuentas para relacionarnos por motivos laborales, puedes ver nuestra Guía para realizar una buena videoconferencia, y para que cada sesión trabaje para ti, mejorando tu marca.

Atención, hay que tener cuidado

Teletrabajo y gestionar el tiempo, entre la productividad y la salud.

Como peligros, la falta de espacios y tiempos propios.

El que te llamen a cualquier hora porque saben que estás ahí, y que pretendan que estés disponible, es un riesgo que prever y corregir. Ya las horas de respeto, aquellas en las que “era feo” llamar a casa de nadie, casi han desaparecido. La mensajería instantánea está para que yo te envíe lo que quiera cuando quiera, si te molesta por la hora, es culpa tuya, porque no pusiste el teléfono en modo avión, o en modo no molestar. Pero si haces esto último, extraña que hayas estado “ausente” “todo ese tiempo”. La ausencia de oficina física se ha llevado consigo el concepto de horario de trabajo, por lo que la disponibilidad requerida es agobiante. Tenemos que aprender también estos códigos de conducta, para que no devenga todo esto en una alienación del profesional, y que su casa-oficina se convierta en una especie de castillo asediado, al que tengas miedo de asomarte por si te disparan un mensaje a horas intempestivas.

Quizá sean los tiempos de ocio, los que nos permitan socializar de forma más completa, y quizá, una mejor organización del trabajo, más aplicado y productivo, libere horas para el disfrute de un tiempo familiar más amplio.

P.D. Twitter anuncia lo mismo

El 12 de mayo, dentro de su Hashtag #LoveWhereverYouWork, un tweet ha declarado oficialmente que «Los últimos meses han demostrado que podemos hacer que eso funcione. Entonces, si nuestros empleados tienen un rol y una situación que les permite trabajar desde casa y desean continuar haciéndolo para siempre, haremos que eso suceda.»

Twitter: «…The past few months have proven we can make that work. So if our employees are in a role and situation that enables them to work from home and they want to continue to do so forever, we will make that happen.»

#LoveWhereverYouWork

Veremos qué pasa.

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